¡El arte de aprender a amarnos!

07.07.2025

Como toda arte, se aprende. Y si se aprende, es porque alguien enseña, alguien traduce, alguien encarna el concepto, alguien le pone sustancia a lo intangible, y presencia a lo que parecía ausente. Alguien sostiene mirada y por qué no, abraza. A veces abrazan las palabras... A veces nos abrazan los silencios respetuosos de quien espera atento el momento oportuno donde el pecho no duele, ni se transpiran las manos, ni se humedecen los ojos. Arte porque se modela, porque lleva una impronta, la propia; porque es la individualidad expuesta, materializada. 

Y sí, hablo del amor. Pero del amor por uno mismo. Un amor que muchas veces se vio limitado en su expansión completa por las vicisitudes  y experiencias de vida. A veces se nos olvida que quienes nos criaron, también son personas, con sus propios conflictos, como vos y como yo. A veces seguimos en ese estadio emocional donde les exigimos esa "perfección", ese ideal que no llega nunca. Anhelamos que "papá" o "mamá" sean esos superhéroes que nos aseguran que " todo va a estar bien". Y tal vez no se pudo. 

Durante mucho tiempo me enfrasqué en un discurso interno que no me llevaba a un estado expansivo de mi ser. Estaba un poco enojada por lo que me había tocado vivir. A veces simplemente fantaseaba con la idea de que cuán distinto hubiese sido todo si esas cosas no hubiesen sucedido... Hasta que lo comprendí, y entendí, que no soy lo que me pasó, porque he sido dotada del poder de transformar mi historia de ahora en adelante. No soy mis hechos, ni tampoco me determinan las decisiones que en su momento tomé. Hoy puedo reescribir mi propia historia, y convertirme en mi heroína preferida. Ahora soy yo la que ya no se falla; ahora soy yo la que preparo las meriendas ricas que siempre quise, y ahora soy yo ese lugar seguro al cual puedo volver sabiendo que soy incondicional. Ahora aprendí, luego de arduos procesos, a elegirme. En lo profundo de mi corazón, siempre había anhelado sentirme "elegida" por sobre otras cosas que eran importantes. Hoy pude comprender que tengo la posibilidad de hacerlo, y lo hice. Y lo hice con la paz de saber que hoy por hoy yo puedo hacerlo, como adulta que soy. Mi Carla de 10 años no sabía cómo, mi Carla actual aprendió la fórmula. Aprendí a amarme. Aprendí a aceptar cada parte de mi historia, de mis vivencias, de mis dolores, de las injusticias. Cada uno de estos retazos de historia fueron alumbrados con amor, y pude ver y decidí abrazarlos. Y agradezco infinitamente a Dios porque Él sabe cómo y a quién poner a nuestro lado en el momento oportuno. 

El arte de aprender a amarse, como toda arte, para perfeccionarse debe practicarse. Practicamos nuestro amor propio cuando aceptamos nuestras partes vulnerables, y aun así las exponemos a luz del cambio, de la transformación. Las exponemos al poder de alquimizar el dolor y usarlo para expandir nuestro ser a puntos incalculables. Aprendemos a amarnos cuando nos respetamos en silencio, y simplemente somos quienes en esencia somos. Nos amamos cuando aceptamos que no todos van a amarnos, y que aún eso no nos quita valor ni nos resta importancia. Poder dimensionar eso es parte de nuestro gran aprendizaje, nos corre del lugar de complacer a todos, tarea desgastante y pocas veces efectiva (muy pocas veces).

Quiero darte de lo que tengo, de lo que me ayudó a transformar mi mente en una mente que se piensa gratamente, que se piensa bien. Una mente que está aquietada, tranquila. Que sabe con claridad qué quiere y qué no. Mente que piensa con infinita gratitud a nuestro eterno Creador, y celebrando cada experiencia por el aprendizaje que en sí mismo trajo. 

Si querés emprender ésta aventura del autodescubrimiento, y del desarrollo del arte de amarte a vos mism@, escribime. Estoy para acompañarte en tu proceso.

Te abrazo.